Eugenia Kanaeva tenía el destino escrito. Lo tenía incluso antes de que su abuela la llevara con seis años a ver una competición de gimnasia rítmica. No tenía escapatoria, su madre se gana la vida entrenando a gimnastas tras haberse dedicado en su juventud a este deporte y su padre es entrenador de lucha grecorromana. Los genes, el ambiente, el talento… todo la ha empujado a ser una de las mejores gimnastas de todos los tiempos.
A Kanaeva desde niña le gustan los retos y las dificultades. Con 12 años entró a formar parte de la reserva olímpica de gimnastas rusas. En Pekín se convirtió en la campeona de gimnasia rítmica más joven de la historia. Diez años después se le plantea un problema, porque pocas le quedan por vencer.
Lo mismo ha ocurrido en los torneos Europeos o en los Grandes Premios. Desde 2008 la noticia salta cuando Kanaeva no se alza con el oro. En los Mundiales de Montpellier de 2011 contó sus seis participaciones (individual, con todos los aparatos y por equipos) con oros. Ya en 2009 había igualado el récord de medallas de oro que una gimnasta había conseguido en un solo mundial; seis.
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