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Son muchas las extrictas entrenadoras que llegan al punto de expulsar a sus gimnastas del mundo de la competición por no alcanzar el peso que ellas mismas, las entrenadoras, desean.
En España hubo un caso, tras las Olimpiadas de Atlanta 96, Tania Lamarca, una de las componentes del equipo nacional, con solo 17 años, fue expulsada del equipo por pesar dos kilos con siete gramos más del peso que su entrenadora Emilia Boneva, les exigía. Aunque los médicos aseguraban que alcanzar ese peso suponía un gran riesgo para su salud.
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